Y el mundo te arroja de nuevo, así de manera cíclica, a abandonar todas las buenas intenciones, porque no más dentro del círculo hermético eres en verdad tu, porque solo ahí se puede ser verdadero y mostrarse real, acaso vulnerable. Tal vez una botella hasta el fondo tratando de buscar alivio en la última gota, algún pasto, alguna pastilla que nos distancie de tan insípida uniformidad a la que nos somete la cotidianeidad, ciertamente desgasta esa homogeneidad repugnante que hay que soportar en semejante ambiente tan regular. Y el mundo a la mierda. El hoy a la mierda y el mañana también.
Te llenas la cabeza con mierda, pero seguro que a nadie le importa, no allí, y es que estás en el lugar equivocado. Tal vez sea momento entonces de partir, una vez más, en busca de un lugar para ti, porque definitivamente entre insectos y ángeles no es tu lugar. Ahora no más estás consiguiendo volverte duro contigo mismo, molesto y agrio tanto como para que los tuyos ya no te reconozcan. Tú ya no eres tú porque estás todo el tiempo ocultándote detrás de esa máscara, tanto como para empezar a hacerte uno con ella.
Por lo pronto no hay indicio de alivio del cual asirme, simplemente ya comienza a abandonarme cualquier motivación porque con el tiempo me doy cuenta que mis enlaces con el presente son en verdad cuerdas que un día no podrán sostener más la presión que ejerce mi padecimiento y será entonces cuando caiga en el vacío, donde no hay nada, nada para mí al menos. Porque me doy cuenta que en verdad siempre buscamos algo o alguien que nos mantenga sujetos a la realidad presente, quizás que nos proteja de la misma, pero siempre entre estos soportes se deja entrever la realidad más nefasta que nunca está del todo oculta, cerramos los ojos y preferimos dejar de verla, pero lo cierto es que no deja de estar ahí, siempre acaba asomando su desagradable y fétido rostro para recordarnos que en verdad no estamos fuera de su alcance.
Y así como cuando uno empieza a sentirse cercano al estado de cadáver, parece que dejáramos de estar cubiertos por esa capa profiláctica que nos protege de las desavenencias del mundo y entonces nos damos cuenta como ha estado pudriéndose todo alrededor, y caen pues como lluvia ácida las nuevas que estuvieron cocinándose mientras nosotros estuvimos fingiendo estar bien, jugando a encajar en un mundo que no es el nuestro, donde ciertamente no pertenecemos porque en verdad ahí no pertenece nadie que se autodenomine ser humano porque allí todos son no más marionetas que desconocen su propia naturaleza.
El cielo se vuelve aún más gris y las energías decrecen, tal vez un día simplemente decida quedarme acostado escondido debajo de las sábanas y no salga más de allí.
Así me llegan entonces unas súbitas ganas de dormir, pero pronto vengo a recordar que noctámbulo es de las cuantas cosas auténticas que aún soy, que el dormir tal vez sea enemigo y que los sueños vienen a mi durante las noches en que despierto emprendo viajes oníricos.
Sólo espero poder actuar a tiempo y sacudirme todo este polvo que ya casi no me deja respirar.
Sólo espero que...

Cupid and Centaur de Joel Peter Witkin.
No hay comentarios:
Publicar un comentario