martes, 18 de noviembre de 2008

Al final del viaje. Parte segunda.

En cada momento este mundo está recordándome que nací al revés, que vine a él por el camino equivocado. Cuando oigo como las palabras pasan tras de mi y cuando veo como los acontecimientos se repiten recursivamente una y otras vez reconstruyendo paradojas autorreferenciales en secuencias que avanzan en el sentido opuesto de las manecillas del reloj. Mi mundo va en retroceso porque vine a la existencia en un viaje retrospectivo, porque estoy a mitad de un racconto a medio narrar, porque una historia que comienza en desenlace no es historia sino una sucesión infinita de transmigraciones y escatologías a partir de las vicisitudes del ser, porque llevo toda la vida caminando hacia atrás, de espaldas hacia el futuro y mirando como se va quedando tras de mi todo lo que deseché durante el viaje, las cosas que no quise llevar conmigo y que van desapareciendo en el horizonte del olvido. Vine a la materia incompleto, porque ni el espacio ni la temporalidad acaban por abarcarme, porque nunca es mi lugar y nunca es mi momento. Decidí emprender entonces el viaje sin rumbo hacia la interminable búsqueda del arte en lo grotesco, de lo trascendental en lo cotidiano, de las metas inalcanzables, de los proyectos infinitos, de la enseñanza en los sinsentido, de la armonía en la disonancia y también de la belleza en las cicatrices, ciertamente soy muy estúpido a veces.