viernes, 8 de mayo de 2009

335 INACCIÓN.

El siguiente es un comentario que expelí en cierto lugar de la red y lo justo sería que citará la fuente que lo originó, pero lo cierto es que me resulta una tarea un tanto dificultosa por ciertos motivos que no tiene sentido citar aquí. Es por esto que hay ciertas modificaciones menores en relación con el comentario original, que por cierto no deberían modificar, en ninguna medida, el sentido inicial que se propone.

"Dios ha muerto es lo que dijo un bigotón, ¿y que es lo novedoso en su muerte? o más bien ¿que es lo que nos permite un dios muerto? la libertad... parece que estaba equivocado. ¿Como se sabe un hombre libre? un hombre se sabe libre solo en la medida en que se permite a si mismo ser y hacer cuanto se propone demostrándose que no hay límites para su existencia. ¿Y si no hay un dios abusador quebrando la armonía de nuestras vidas y estableciendo los límites de lo humano? Entonces ya nada está permitido. Solo un límite firme, establecido por alguna autoridad simbólica, puede garantizar estabilidad y satisfacción, satisfacción producida por medio de la violación de la prohibición, la transgresión del límite. Entonces vino este dios autorreferencial y se posó en su trono a burlarse de nosotros solo para ver como no podemos escapar de su imagen totalizante a pesar de cuanto lo desdeñamos, y he ahí el origen de la paradoja, como es que nuestra libertad está condicionada por su existencia aún en el acto mismo de darle muerte."

En honor a la justicia debo mencionar que este es el corolario de algunas propuestas que revisé últimamente y por tanto debo citar a Slavoj Zizek como fuente principal y a Jacques Lacan como fuente secundaria. La imagen de William Blake.